martes, 27 de octubre de 2009

Jim Carrey contra las cucarachotas que hablan y No mamen que todo el tiempo estaba mintiendo


En District nine las cosas cambian para que todo siga igual: Humanos contra extraterrestres, con pretensiones de falso documental tan falaces que se dan en la torre a sí mismas, encerradas en los márgenes del peor y más patético de los géneros en que puede terminar una película mala: el melodrama más manipulador, musicalizado con la peor y más melosa de las músicas.

Y ya.

Por veintiúnica vez en décadas, alguien tuvo el desatinado tino de cambiar el sentido del título de una película sólo para hacerla más divertida. En El desinformante, Matt Damon se interpreta a sí mismo: Un típico y arrogante güero gringo mentiroso que, a pesar de todos los pesares, termina saliéndose con la suya, llevándose a los espactadores de corbata, seduciéndolos hasta volverse entrañable.

Nos atrevemos, apasionadamente, a afirmar que TODOS SOMOS Mark Whitacre, y a todos nos gustaría matarnos si nos conociéramos en persona, pues nos resultaríamos insoportables.

Aunque carente de inventiva y sobrada de arte (en una desmedida recreación de la segunda mitad de la década del 90, que más parece el periodo transitorio entre 1979 y 1980, a pesar de los ladrillofonos celulares), la película reconstruye a un antihéroe lo mismo entrañable que cuestionable que increíble, en un contexto de coprotagonistas y antagonistas cuyas acciones y reacciones convienen más para la "identificación con el espectador", sin que alcance.

Ignorancia, corrupción en un toma y daca infinito. Un cast perfecto, dirigido para contenerse y mantenerse en solemnidad de principio a fin. Una fotografía que busca la época en sus formas de representación, más que en el lucimiento del decorado. Un guión estructurado de forma cronológica y muy narrativa, en la superficie, pero cargado de rupturas en relación al clasicismo en la organización de los personajes.

Padre, padre. Desde el póster hasta los créditos.

sábado, 24 de octubre de 2009

Lujos




Realista, melodramática, cronológica, de vez en cuando expresiva, criticona del american lifestyle, "Away we go" es una de esas películas disfrazadas de independencia. Según muy diferentes, algo radicales, pero enfermas de doble moral: Quesque muy formales, cuando en realidad muy narrativas; quesque muy críticas, cuando en realidad harto conformistas. No todos aprovechan las ventajas del disfraz de la independencia, ¿no es cierto, Quentin Tarantino?

CONTRAS:

"Away we go" es protagonizada por una pareja aparentemente anticonvencional (embarazados en unión libre, a pesar de los deseos del macho por formalizar el matrimonio), viviendo un conflicto más o menos atípico (la búsqueda por el mejor lugar para criar a su hija), dentro de una narrativa no clásica aunque cronológica y perfectamente adecuada a todo estándar (dividida en capítulos, cada capítulo representa un tema diferente: la seguridad, el aburrimiento, la unión familiar, la tolerancia, la esterilidad, etc.), y estilizada a la manera de muchas películas "independientes" (como un road movie).

PROS:

La película evita los juicios definitivos hacia sus personajes; unas dos o tres veces, la fotografía busca encuadrar de la manera más expresiva el plano (la panzota/elipsis, el enredado camino al destino/futuro); el casting es perfecto; el final tampoco es una resolución definitiva al conflicto de inicio, sino un parteaguas entre el inicio y todo lo que sucederá hipotéticamente.

Contrario a esta, "Belleza americana" da cuenta de todas las ventajas de independencia: Constante expresividad cinematográfica en todos los sentidos: Formas de la imagen (desde el encuadre y su respectivo espacio off, hasta las sombras y los colores cargados de contenido), del sonido (música incidental diegética en empatía con los personajes, música no diegética en corcondancia con el transcurso de los diálogos), de las formas clásicas de la tragicomedia y la narrativa cronológica enriquecidas por una voz off/monólogo interior, en contrapunto.