domingo, 24 de octubre de 2010

Fraudiful


Cineastas necios que os regocijáis en los azotes de la miseria sin razón.

Que creáis personajes tan barrocos como superficiales, y os fundáis en tramas tan barrocas como oportunistas, sin razón.

Que tenéis que fusilaros el inicio de Los amores de una rubia, sin razón.

Que filmáis una película en Barcelona, pero decís que es mexicana. Que pudistéis haber filmado en México, pero enconces no hubieses tenido al actor que queréis, sin razón.

Que teneís que subir el nivel de la música para compensar que la trama no es perturbadora ni conmovedora, ni enseña ni informa ni sensibiliza, sino lo vuelve a uno más escéptico del esnobismo miserabilista virtuosamente fotografiado y decorado en paleta de color, sin razón.

martes, 5 de octubre de 2010

Ni El imperio de los sentidos, ni Bridget Jones



La siguiente es una atenta invitación a ir al cine a ver Año bisiesto, enojarse muchísimo y esperar que Michael Rowe jamás vuelva a hacer películas. Por lo menos no en México. Ni con dinero mexicano.

Laura perdió su virginidad a los 12 años, cuando la violó su papá, quien murió un 29 de febrero, fecha que ella marca con rojo en el calendario, y que se convertirá, espontáneamente, en el día en que sus vicios sexuales podrían ser su boleto de viaje rumbo a una muerte paradójicamente tranquila y placentera.

En una escena de Año bisiesto, el brillo de un rayo de sol inunda todo el cuadro con mucha belleza fotográfica, pero plenamente desligada de cualquier significado narrativo. De antemano se nota una película dirigida por un guionista sin formación de cineasta (sic) quien además testifica haber pensado “ya chingué” cuando, con su proyecto, convenció a los veinteañeros productores de la casa Machete.

Un guionista sin formación de cineasta significa ser alguien aparentemente capaz de narrar, hasta que, en sus propias palabras, afirma que “para hacer una película sólo hace falta una buena historia, buenos actores que la interpreten, y una cámara con la cuál grabar.” Lo demás, dice, es parafernalia.

Eso no es lo peor. A su falta de criterio como cineasta, se le suman las contradicciones. Según él, la frialdad en el uso de la cámara fija es un recurso que deserotiza el contenido de las escenas, más bien deserotizadas ya desde que la protagonista no es sino un personaje de comedia involuntaria ("la verdad, algunas risas de los espectadores sí me molestan"), que come directamente de la lata de frijoles o del bote de helado, mientras mira comerciales de dildos o lee a Erich Fromm. Deserotizadas también mediante encuadres baratos, para poder decir que la película no apela a la superproducción millonaria (a pesar de haber costado millones de pesos, entre dinero e impuestos); encuadres también cobardes, emplazados para poder filmar el sexo actuado en toda su falsedad.

Hay otra escena en la que un personaje orina sobre el cuerpo desnudo de la protagonista. Y otra en la que ella lo masturba, hasta dejar la eyaculación oportunmente fuera de cuadro.

No que muy atrevidos.


¿Qué clase de jurado habrá entregado este premio?

Peor: ¿Cómo habrán estado las otras películas?

Mejor hay que ver esta: