sábado, 26 de septiembre de 2009
Tres variables positivas para el cine en mexicano: 1) Buenos guiones; 2) Directores aptos y sensibles; 3) Públicos educados
Le dije a un amigo: Vayamos a ver Cinco días sin Nora. ¿De qué trata? De los problemas que acarrea el funeral de una mujer judía que se suicida. ¿Cómo: Se trata de la continuación de "Los judiós mueren en cuaresma"?
Así le dice él a "Morirse está en hebreo", desperdicio de película con algunos diálogos brillantes y una actuación sobresaliente.
Pues no. Cinco días sin Nora no es ni la continuación ni la reparación de la otra película. No se necesita ser un experto en rituales del judaísmo para comprenderlo. Si comparamos las dos películas, más bien se entiende como todo en exceso hace daño.
Pero no hace falta, la comparación.
La película de Mariana Chenillo tiene lo mejor de las estructuras clásicas de narrativa y filmación. Esto no quiere decir que estamos ante una película anticuada o ya vista. Muy por el contrario, la virtudes de las formas clásicas pueden revestir productos realmente originales.
Es impresionante como en Cinco días sin Nora no se desperdicia ni el tiempo ni el encuadre ni la actuación ni el diálogo (aún el diálogo off); ni la música, ni la construcción de un pasado y el vuelco de sentido del presente; ni los personajes, por más incidental que su función sea.
El conflicto dramático no nos lleva a predecir ningún tipo de conclusión ni a identificarnos por el sufrimiento o felicidad de los personajes; más bien a seguirles la pista y comprenderlos por sus acciones.
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2 comentarios:
Esta cosa no me hizo dormir ni le encontré peros, me gustó mucho mucho ... ¿que es un público educado?
Uno que sepa distinguir entre forma y fondo.
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