jueves, 19 de noviembre de 2009
El código usual y todo lo demás.
La actriz fetiche del momento disfrazada de los personajes de las actrices fetiches de antaño. Todas las "chicas Almodóvar" en una, deshecha en secuencias disfrazadas de los dramas pasados. Todo, bajo el pretexto seudofilosófico ultramanchego de que siempre se hace la misma película, o no sé qué patraña por el estilo.
Acusan en cinécdoque de onanismo mal actuado.
Aquí, de amasar sin hornear. Se levantan los huevos a punto de turrón; se hace una pasta con la harina, la leche y la mantequilla; y se abre la revista en la página donde viene la receta.
Para hacer su pastel de suspense (leído con todas sus letras, como los españoles), reúna los ingredientes pero no los mezcle. Es bien importante poner mucho de lo que más le guste o crea que a los demás les va a gustar, y batirlo por separado. El betún de música y colores es bien importante. Si su fotógrafo la caga, no se preocupe, el pretexto narrativofilosófico bastará para que la película, digo el pastel, sea considerado un objeto artísico.
Si el decorado de suspense no tiene nada que ver con lo demás, tampoco se preocupe: La embarrada será gozosa.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Antihéroes de la patada
Tragicómica apología del hooliganismo. Realista y telenovelesca en dosis similares, para no quitarle ni lo social-crítico ni lo cursi-cinematográfico. Co-protagonizada por las surrealistas apariciones de un futbolista/actor/productor ejecutivo, metidísimo en el papel de su propio personaje. Aderezada con el glorificante stock para salir del cine corriendo rumbo al Salón Corona para ver el partido.
Buscando a Eric: El melodrama reivindicador de la autoayuda basada en el antiheroismo, en la mente feliz como paliativo de la circunstancia jodida. En el cambio de plano no inventivo sino necesario, única y exclusivamente necesario. En la confusión mundial de las instituciones sociales. En lo más último del primer mundo.
Violencia para más violencia. La última reivindicación es la de la gente contra las enfermedades sociales: Formar anticuerpos. Atacar. En corte directo, descuidando el overlap sin dejar de acudir a él. Construyendo elipsis, sospechosamente sin premeditación.
Buscando a Eric, encontrando otro melodrama diferente.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Divina
Pachequísima oda a las pesadillezcas perturbaciones que provoca la paranoia por el temor a los castigos divinos en vida y el irrefrenable avance de la desgracia.
Perturbaciones: La familia sorbe sopa sonorosa, la con fusión pesadilla realidad, el cochino vecino asesino, el soborno inevitable, el divorcio absurdo y sin causa, y el aberrante perfeccionismo setenterista. Retorcidos contenidos filmados lo más clásico.
Pesadillas: Chueca la fumada visión rebeldescapista en el sentido de la acción y del encuadre; indefinida la desgracia soñada de la vivida, sin avisar y por corte directo, tan real que rebasa al cliché típico del "y resulta que estaba soñando".
Castigos divinos: La música puede sonar a composición orquestral convencional pero subyacen melodías y pequeños temas o variaciones llenos de tensión tonal y dramática, por ende. En apariencia, la composición visual aparenta estética pero sus elementos carecen de armonía no visual. Como producto de una purificación, las desgracias se terminan, pero siempre habrá tiempo para otras.
Y así las cosas.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
OTRA DE AMOR
Más que "un logro del cine indie", y muchas cosas que se han dicho, 500 days of Summer, con mayúscula, es OTRA película sobre un fracaso amoroso. Pero, a diferencia de muchas de esas OTRAS, las ventajas de esta se hallan en su parecido inventivo y expresivo con, por qué no decirlo, Annie Hall. Sólo que para inmaduros emocionales peterpanescos sigloveintiuneros cursis y medio hypsters. Tampoco se emocionen.
Igual que con la película de Woody Allen, esta película focaliza y defocaliza la diégesis de muy diversas formas. O sea: Desarrolla una historia dentro de un universo ficticio, que transcurre convencionalmente en espacios reales y en un tiempo real -o sea, refleja la vida cotidiana, crea la ilusión de realidad, o como quieran decirle; mientras que, alternadamente, hace a un lado esa diégesis para hacer sentido mediante otros recursos -o sea, le vale madres seguir con la ilusión de realidad y se pone a hacer otro tipo de cine para decir cosas sobre sus personajes o sobre otros asuntos.
Lo malo es que Annie Hall posee unos niveles de significación infinitamente superiores. No lo decimos por la presunta "seriedad" o "profundidad", o como quieran decirle, de sus personajes o de su trama, sino por las relaciones semánticas y sintácticas entre forma y contenido, entre el cine y la historia/trama. Con comparar el final de una película y otra basta.
Dicho de otro modo:
500 días rompecabezados. El amor, la pena, el primer encuentro, el flechazo, la decepción, el rompimiento, la ilusión, el ligue, el reencuentro, estructurados en desorden pero ordenados por la intencionalidad de sus formas: Parodias de algunas películas grandiosas, parodia de un estudio antropológico coreografiado por la voz off, la imagen congelada, el formato de imagen cuadrada, el manierismo blanquinegro; el número musical cursi pero estorbosamente divertido; la pantalla dividida entre la expectativa y la realidad; el enmarcamiento de un romance dentro de una época que remite a su seductora ¿antagonista?; la irónica y contextualizadora nota inicial; la revolución semántica de la misma serie de planos de la - de nuevo- ¿antagonista?; etcétera.
Véala y entiéndala. O al menos véala.
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