martes, 26 de agosto de 2008

Y después vienen los turistas, de Robert Thalheim.


Sin pretensiones pero con mucho arte, la nueva película de Robert Thalheim se define por una inteligente paradoja de pocos recursos pero la belleza de lo suficiente. Como un retrato que no busca la imagen exacta sino su representación; es decir, que conserva los rasgos de la pincelada al mismo tiempo que los del modelo.

Frecuentemente, en la historia del cine es común encontrar películas cuyas tramas se corresponden; quién sabe si Robert Thalheim conozca los deslices de la filmografía de Gus Van Sant (Finding Forrester, Good Will Hunting), o haya visto la populachona Perfume de mujer en cualquiera de sus continentales versiones, pero no son pocas las coincidencias entre esos relatos y el suyo, en el cual también se representa un conflicto generacional muy típico: entre un joven (idealista, rebelde, inmaduro o simplemente problemático), y anciano (maduro, experimentado, solitario, ermitano, amargado, decepcionado o simplemente renegado de la gente).

La variable más significativa de ésta fórmula es, por supuesto, el contexto (principalmente uno no muy amable). En este caso, el holocausto es revisitado (como dicen los gringos), fundamentalmente dese la perspectiva de Don Satislaw Krzeminski, para quien la vida se le agota no nada más por encontrarse a punto de cruzar la esperanza de vida promedio, sino por los polvos y desempolvos que, durante décadas, han convertido ese periodo histórico (que le tocó experimentar en carne propia), en un asunto que interesa por aristas que para él resultan más bien tangentes.

En cuanto al joven Sven, su revisión del holocausto no es producto de su enternecedora relación con Don Krzeminski solamente. También es resultado de su convivencia y eventual enamoramiento con esos otros protagonistas del inicio de la guerra de Hitler. Entre Sven y Polonia, y con ello el holocausto visto desde el presente pero lejos de la vitrina de un museo, se anudan otras consecuencias de tal evento.

La película, filmada (no grabada), se concentra en representar. Cada escena se filma con un poquiti de aquí y allá, para no dejar que algún guino actoral se escape. Algunas elipsis hacen eficaz la narración. No existe mucha influencia de melcochones violines provenientes del espacio exterior, y aunque parece que hay muchos personajes, al final todos funcionan sin que haya momentos donde falte verosimilitud. Es decir, una película eficaz, para lo que necesitaba la historia.

3 comentarios:

Paxton Hernandez dijo...

Totalmente de acuerdo.

BUDOKAN dijo...

Yo también coincido y aprovecho para dejarte Saludos!

Anónimo dijo...

si, pero...